La disciplina es el fundamento del éxito. James Clear argumenta que los hábitos son el compuesto de nuestro progreso: «Los hábitos son la suma de los pequeños esfuerzos repetidos día tras día». Esta idea resuena con la filosofía estoica de Marco Aurelio, quien creía que la repetición de actos virtuosos era esencial para el carácter. La disciplina nos permite controlar nuestras reacciones y decisiones, una enseñanza central de Epicteto, quien enfatizó el control de uno mismo sobre cualquier circunstancia externa.
Ray Dalio complementa esta visión con su principio de «realidad radical», animándonos a enfrentar la verdad para mejorar constantemente. La disciplina no es solo un ejercicio de restricción, sino un camino hacia la libertad personal, donde, como señalaba Epicteto, somos libres cuando nuestros propios valores guían nuestras acciones, no las circunstancias externas.